(Texto
debatido en asamblea del Bloque Obrero)
Este
gobierno, el de la vil mentira y la corrupción, rebosante de sumisas
marionetas al servicio de la burguesía y el capital, se ha
desprendido de su máscara democrática mostrando sin miedo su
auténtico rostro fascista.
El
rostro de esta rancia y podrida derecha, la de a dios rogando y con
el mazo dando, representa en su conjunto la herencia de aquellos
que, tras desangrar a su propio pueblo haciendo uso del bestialismo
durante la guerra, se enriquecieron a costa del autoritarismo y la
brutalidad en los años de la dictadura.
No
conformes con la destrucción total y absoluta de los derechos
laborales de las trabajadoras y los trabajadores gracias a su reforma
laboral, que no es sino una invitación al libre albedrío para
empresarios sin escrúpulos quienes con total impunidad engordan sus
caudales mediante la explotación y el despido gratuito, ahora desean
silenciarnos.
No
conformes con aumentar desproporcionadamente el precio en alimentos y
servicios de primera necesidad para la ciudadanía; no conformes con
las privatizaciones que destruyen servicios públicos para ofrecerlos
al mejor postor, de convertir la educación en un privilegio
exclusivo para hijos e hijas de adinerados y la salud en rentable negocio tan
solo disponible para aquellos y aquellas que puedan costearla, ahora pretenden
encadenarnos.
No
conformes con modelar el futuro de este país, transformándolo en un
paraíso para empresas transnacionales que hallaran en el corrompido
estado borbónico esa mano de obra barata y trabajo esclavo que tanto
reclaman; no conformes con enriquecerse vilmente a costa de
empobrecer a las clases populares mientras desmantelan la estabilidad
de nuestros mayores y destruyen el futuro de nuestros y nuestras jóvenes, ahora
consideran amordazarnos.
Esta
basura fascista cuyo espíritu dictatorial les hace sentir
omnipotentes, temen una futura respuesta del poder popular contra su
corruptela y es por ello que pretenden criminalizar la creciente
respuesta ciudadana haciendo uso de la represión y la asfixia
económica contra quienes nos negamos a ser sumisos, contra quienes
exigimos un cambio de modelo político, económico y social, contra
quienes clamamos por un modelo equitativo y solidario.
Ley mordaza o la deriva hacia el neo-franquismo:
Que
el estado necesite imponer la ley del silencio no resulta novedoso.
Los miembros de aquel partido neoliberal, que tanto esfuerzo ha
invertido en destruir derechos sociales y laborales, ese partido mal
llamado socialista que ahora camina en la oposición disfrazado con
rojo uniforme, pretendieron someter con la denominada “ley de la
patada en la puerta” a un pueblo cansado de mentiras y corrupción
años atrás.
Aquella
puerta que el PSOE no consiguió abrir debido a la negativa del
tribunal constitucional será atravesada por sus homólogos del PP variando las formas para obtener aun mejores resultados para su
propio beneficio y contra nuestra libertad.
Basta
con observar las desorbitantes cifras que su ley pretende imponer a
los sancionados para constatar cómo los ya conocidos métodos de
represión evolucionan al compás de las circunstancias actuales,
optando por la vía de la destrucción económica como herramienta
para atemorizar a los no sumisos.
Cifras
que oscilan entre los 600.000 y 30.000 euros tal vez resulten
insignificantes para aquellos sinvergüenzas bendecidos con el don de
transformar sobres vacíos en brotes de jugoso parné con total
impunidad, no obstante, para la inmensa mayoría, 30.000 euros no son
sino el equivalente al sacrificio que supone acumular años de duro
trabajo; el resto, cifras alejadas de la realidad, inimaginables para
la gran mayoría.
Sus
auténticas razones, por más que traten de adornar la realidad como
un acto de vehemencia y preocupación por la ciudadanía, no son sino
el blindaje ante futuras revueltas populares, aquí están sus
palabras para que el lector pueda extraer de ellas sus propias
conclusiones:
Resulta
innecesario explicar todas y cada una de las faltas detalladas en su
anteproyecto de ley pues estas son el reflejo de su catadura moral y
falta de conciencia, del fascismo que es la sangre que corre por sus
venas.
Podemos
constatar cómo pretenden regular el derecho de protesta, castigando
la espontaneidad de un acto no convocado o negando el permiso a
aquellos que consideren conflictivos u ofensivos, en definitiva,
subversivos.
Estas
medidas representan la ampliación y el refuerzo de la reforma del
código penal de Gallardón que busca transformar las faltas en
delitos, endurecer las penas que afectan a ocupaciones
reivindicativas, criminalizar la resistencia pasiva, criminalizar el
uso de la red como medio para comunicar actos reivindicativos o
imponer la cadena perpetua revisable negando a tantos el derecho a la
reinserción, algo que atenta claramente contra los derechos humanos.
Ahora
ellos decidirán quién alzará su voz y para qué, castigando
severamente a aquellos y aquellas que utilicen la desobediencia civil como arma.
Hemos
de sumar a estas reformas la futura modificación en la ley de
huelgas que este gobierno tiene en mente aplicar pues esta en sí misma será un refuerzo más para completar estas medidas represoras
que atentan contra las libertades de la clase trabajadora.
El camino hacia un estado policial:
Los
dirigentes del régimen son conscientes que un estado policial es
necesario para atemorizar a las masas que ellos consideren
subversivas. Basta con ojear su anteproyecto de ley para verificar
sus razones: Reforzar la impunidad de sus mercenarios, ampliar su
margen de represión y arroparlos bajo el manto de la impunidad.
No
es casualidad que uno de los redactores de esta vergonzosa reforma de
ley haya sido un antiguo mando de los antidisturbios; bien podría
ser anecdótico, no obstante, dicha anécdota representa una muestra
de la mentalidad despótica, carencia de escrúpulos y ausencia ética
de estos individuos uniformados que por decisión propia han decidido
ser enemigos del pueblo.
Bastará
un simple acto de insumisión o cualquier acto de resistencia pasiva
o verbal para criminalizar a los no sumisos.
Los
montajes policiales serán reforzados e irán en crescendo pues
bastará su palabra, su acusación, de resistencia a la autoridad o
destrozo de mobiliario urbano para dictaminar la falta. Ellos,
haciendo uso de su autoridad, serán quienes dicten el castigo
ejerciendo de jueces instantáneos, basta con ojear el apartado de
sanciones en su anteproyecto de ley para constatarlo.
Bastará
una simple imagen o grabación denunciando las actuaciones policiales
para criminalizar a los no sumisos. Internet,
junto a las nuevas tecnologías, ha servido para mostrar esa realidad
siempre presente dentro del estado español que los medios oficiales
tratan de ocultar, la brutalidad policial.
El
estado, lejos de condenar estas conductas, criminalizará a todos
aquellosy aquellas que osen mostrar ante la opinión pública su denuncia en
forma de imágenes que por sí mismas retratan el auténtico rostro
de estos funcionarios del régimen. Quién sabe si, aquel o aquellos
que redactaron estas medidas bajo el pretexto de proteger la
integridad policial, en mente tuvieran cubrirse las espaldas para
cuando, al igual que ocurrió en Cataluña, estas bestias sin
conciencias vuelvan a asesinar a un ciudadano golpeándolo vilmente y tal asesinato quede impune y silenciado.
De
igual modo, el simple acto de cubrir nuestros rostros será
considerado un delito y dicho acto será sancionado pues el estado
nos querrá siempre visibles e identificables. La solidaridad con un
compañero o compañera detenida por citar un ejemplo, será considerada una
obstrucción a sus funciones, poco más podría añadirse, salvo la
necesaria mención en forma de denuncia sobre la ley de seguridad
privada que pretende otorgar a miembros de empresas privadas
funciones hasta ahora propias de las llamadas fuerzas y cuerpos de
seguridad del estado, compartiendo junto a estos el uso de la
violencia contra la ciudadanía.
Medidas absurdas y recaudatorias:
El
gobierno del PP considera la ofensa a España un acto que atenta
contra la seguridad ciudadana, razón suficiente para sancionar a
todos aquellos y aquellas que osen lanzar críticas a su amada patria. No
obstante, la dificultad para comprender que entiende este gobierno
católico-fascista como ofensa a España puede traducirse en un
infinito bucle de preguntas cuyas respuestas tan solo el fascio
conoce.
El
gobierno del PP considera la intromisión en actos religiosos o
deportivos actos que atentan contra la seguridad ciudadana, como si
temieran la reacción de la opinión pública extranjera ante los
constantes abucheos a su corrupta casa real e himno patrio o el
hastío popular ante los desmanes de la casta clerical.
El
gobierno del PP considera alejar la prostitución de lugares públicos
en pos de proteger la tierna mirada de nuestros pequeños infantes, pues dicho acto atenta contra la seguridad ciudadana; no obstante,
para ellos la vía recaudatoria a costa del eslabón más débil
resulta más satisfactoria que la regularización y estabilidad de
estas trabajadoras o la lucha contra la explotación sexual y la
trata de blancas.
Basta
con ojear el apartado de faltas leves en general para constatar cómo
el gobierno fascista del PP, no conforme con tratar de destruir todo
atisbo de resistencia popular, pretende desangrar económicamente a
ciudadanos que, aún siendo ajenos a movimientos políticos o
sindicales, serán sancionados por razones irrelevantes y
surrealistas.
Ahora o nunca:
Desde
el Bloque Obrero queremos hacer un llamamiento a la unidad, la
desobediencia civil y la resistencia popular pues los ataques son
constantes y el peso de las cadenas comienza a impedir futuros
movimientos.
Partidos
traidores a la clase obrera, títeres neoliberales arropados bajo un
discurso demagógico y populista escrito en tinta roja y sindicatos
verticales vendidos al capital, cuya complicidad con el poder queda
evidenciada ante su papel desmovilizador de masas y escandalosa
pasividad, jamás representaran esa cuerda que nos ayudará a salir
del precipicio; tan solo nosotras y nosotros podemos representar ese
cambio, transformar lo utópico en real; recorrer el sendero hacia el
cambio social es un trabajo colectivo.
Es
absurdo mirar hacia otro lado esperando no ser alcanzados por la
desdicha pues todos navegamos en un mismo barco. Es absurdo negar la
lucha de clases cuando la realidad del presente confirma todo aquello
por lo que tantas y tantos sufrieron y lucharon.
Debemos
ser capaces de romper con el miedo que a tantos paraliza pues este
fortalece al parásito que el sistema del capital representa y para
ello hemos de esforzarnos en ofrecer una alternativa, un proyecto de
lucha viable en pos de labrar un futuro alternativo.
De
igual modo los y las indiferentes, los y las de eurocopas y pasotismo, miembros
honoríficos de ese gremio denominado mayoría silenciosa por el
gobierno, deben comprender que la indiferencia, en cierto modo, posee
cierto grado de complicidad; el fruto de su indiferencia será la
negación de un futuro digno para sus propios hijos e hijas.
Pero
ante todo hemos de romper con las barreras que impiden a la
militancia de distintas organizaciones sociales y revolucionarias la
combatividad unitaria, apartando cuantos matices puedan
diferenciarnos en pos bregar conjuntamente; el enemigo no hace
distinciones.
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